CULTURAS MILENARIAS Y SOLSTICIOS.
Herbert Oré Belsuzarri 33°
En masonería cuando se habla de
solsticios, dependiendo del rito cobra importancia el solsticio de invierno o
el de verano, pero ambos a la vez están unidos indisolublemente y son parte de la
estructura simbólica asociada a la tradición iniciática. Las dos fiestas
solsticiales son las más importantes que celebra la masonería, son los solsticios
de verano y de invierno, al mediodía y a la medianoche y corresponde a los
signos de Cáncer y Capricornio.
Los platónicos, iniciados griegos
llamaban a estos dos puntos del tiempo: Puerta de los Hombres (verano) y Puerta
de Los Dioses (invierno). La tradición hindú los identificaba como el Pitr-Loka
y el Deva-Loka. Posteriormente los romanos lo relacionaron con los dos perfiles
del dios Jano y los cristianos a su vez con los dos juanes (bautista y
evangelista) de la tradición cristiana.
Decían que por la primera de las
puertas salían las almas de los no iniciados que después de la muerte habrían
de retornar a otro estado de manifestación y que, por la segunda, las de los
que, gracias a la muerte y al proceso iniciático, habían conocido los estados
múltiples del ser y las diversas dimensiones del tiempo y el espacio: logrando
de este modo realizar el retorno a la Unidad, donde se recuperaba la
inmovilidad del proceso en constante movimiento.
En el Oriente Medio y Europa la
puerta de los dioses estaba asociado al nacimiento de los dioses, así en estas
tradiciones ellos nacían en diciembre (capricornio) y que corresponde al
solsticio de invierno en ambos casos por estar ubicados en el hemisferio norte,
ya que en el hemisferio sur es verano.
En diciembre nace Mitra del Irán,
el Huitzilopochtli azteca y el Shiva hindú, también Jesús, Horus, Osiris,
Krishna, Zaratustra, Buda, Hércules, Dionisio, Tammuz, Adonis, Hermes, Baco,
Prometeo y otros.
En el caso del dios Inti (Sol) de
los incas, cultura que se ubica en el hemisferio sur, el dios nace en junio
(cáncer) y en esta fecha en este hemisferio se tiene el invierno y se festeja
una importante fiesta que corresponde a uno de los cuatro Raymis que son
festejados en los dos solsticios y los dos equinoccios. En este caso la fiesta
se llama el Inti Raymi. Se preguntarán entonces ¿Qué festejan los incas en
diciembre? Festejan el Qapac Raymi que es la fiesta de graduación guerrera de
los nobles y jóvenes incas.
En el solsticio de invierno
(diciembre), los romanos, celebraban las fiestas religiosas en honor a Saturno,
dios de la agricultura. Popularmente, estas fiestas eran conocidas como
saturnales y duraban una semana. Después de las ceremonias y banquetes del
primer día se intercambiaba visitas y regalos, posiblemente este sea el origen
de las costumbres navideñas actuales. En estas fechas, los romanos
acostumbraban a conceder a los esclavos libertades poco corrientes, como la de
ocupar la cabecera de la mesa para ser servidos por sus amos, aspecto que tal
vez fue recogido por la masonería y de allí la práctica de atender al iniciado
en su fiesta de iniciación; es decir, en estos banquetes se suprimían las
distinciones de clases.
Todos los pueblos milenarios,
encontraron puntos en el tiempo, que celebraban de acuerdo a sus calendarios
ritualísticos. Era en esos puntos significativos cuando se realizaban los
ritos, vivificando con ellos los mitos y trayendo al presente aquél tiempo
perdido en que la tierra se regía por las leyes del cielo. Estos pueblos
antiguos sacralizaron esos puntos y los representaron de forma física en
templos y ciudades, construcciones que guardaban armonía con los puntos
cardinales y con las estaciones, aspecto que la masonería tomo para construir
sus templos.
Las distintas civilizaciones que
han poblado nuestro planeta manifestaron durante su desarrollo un notable
interés por los astros visibles en el firmamento. Esta atracción se
convirtió en toda una “fiebre” cósmica, generalmente vinculada a cultos
religiosos o labores agrícolas, y en muchos casos permitió a estas
culturas alcanzar un alto grado de desarrollo económico y proto científico.
Nuestros astrónomos intentan
desentrañar los secretos del Universo con la ayuda de potentísimos telescopios
y avanzados satélites espaciales. Sin embargo, a efectos prácticos, nuestra
civilización vive ajena a lo que ocurre en el firmamento. La llegada de la
electricidad favoreció el “despegue” de una revolución tecnológica pero, a
cambio, el desarrollo de las grandes urbes y la contaminación lumínica nos
alejaron aún más del hermoso espectáculo que ofrece el cielo nocturno.
Un escenario radicalmente
distinto al que vivieron la totalidad de las civilizaciones que se
desarrollaron en la Antigüedad. Los pueblos neolíticos, los antiguos sumerios, egipcios,
mayas, incas, chinos, hindúes… todas aquellas culturas mostraron un inusitado
interés por el Cosmos. No en vano, sus creencias religiosas y el desarrollo de
su cultura estuvieron, en muchos casos, irremediablemente unidos a los
fenómenos astronómicos. Por este motivo no resulta extraño que los sacerdotes
de aquellas civilizaciones fueran al mismo tiempo avezados astrónomos, y que
sus templos y centros sagrados más importantes fueran erigidos teniendo en
cuenta lo que ocurría en el firmamento. Gracias a aquellos complejos
conocimientos astronómicos hoy podemos disfrutar de algunas de las
construcciones más fascinantes de la Historia, en cuyos cimientos, orientación
y dimensiones comenzamos a descubrir un sorprendente simbolismo cósmico.
LOS SUMRIOS Y LA ASTRONOMIA
El estudio del movimiento de los
cuerpos celestes les ayudó a los sumerios a definir la eclíptica, que es el
círculo aparente que traza el Sol sobre la esfera celeste durante su
trayectoria anual, a partir del cual desarrollaron un calendario solar, que se
dividía en dos estaciones: verano e invierno. El verano empezaba en el
equinoccio de primavera y el invierno en el de otoño. El día de Año Nuevo, uno
de los más importantes para esta civilización, tenía lugar en el equinoccio de
primavera.
También crearon un calendario
lunar, gracias al cual asignaron 12 meses al año, y para ajustar este
calendario con el solar, añadían un mes extra cada cuatro años. Prestaron
especial atención al estudio de la Luna, llegando incluso a predecir cuándo
tendrían lugar los eclipses. Era tal su dominio de las matemáticas que
asignaron 360° a la circunferencia y dividieron el día en 24 horas. Cada hora
la dividieron en 60 minutos y cada minuto en 60 segundos.
Los primeros mapas celestes
también corrieron a cargo del pueblo sumerio y bautizaron las estrellas más
brillantes del firmamento. Pero además de esto, inventaron el Astrolabio (en
griego “buscador de estrellas”) para poder determinar la posición de las
estrellas sobre la bóveda celeste.
Es habitual creer que el origen
de las constelaciones se lo debemos al saber griego, pero fueron en realidad
los sumerios quienes dividieron la eclíptica en 12 partes y asignaron un
símbolo a cada una de ellas, siendo estos luego adoptados por los griegos, y a
través de ellos, llegaron hasta nuestros días.
LOS REGISTROS ASTRONÓMICOS SUMERIOS
Las tablillas Mul-Apin son la
principal fuente de conocimiento astronómico mesopotámico que existe. Datan del
periodo asirio, de alrededor del 687 a.C., aunque los cálculos de las salidas
heliacas de varias constelaciones han hecho proponer a muchos investigadores
una fecha de origen más cercana al 2,000 a.C.
Su nombre se debe a que la
primera constelación que aparece es precisamente Mul-Apin, el “arado”. Todas las constelaciones llevan
delante en caracteres cuneiformes el determinativo Mul, en sumerio “estrella”, para identificarlas como tales, aunque la lista también
incluye planetas.
Las
Mul-Apin incluyen, entre otras cosas un catálogo de estrellas:
- 33 estrellas de Enlil.
- 23 de An
-15 de Ea
- asterismos,
constelaciones y planetas.
En
las listas de Enlil y An se observan los siguientes planetas:
Nombre Sumerio
|
Nombre Acadio
|
Traducción
|
Mul-Sal-bat-a-nu
|
Salbatanu
|
Marte
|
Mul-Udu-idim-gu-ud
|
Sihtu
|
Mercurio
|
Mul-Sag-me-gar
|
Sag-me-gar
|
Júpiter
|
Mul-Dili-bat
|
Dilibat
|
Venus
|
Mul-Udu-idim-sag-ush
|
Kajamanu
|
Saturno
|
Por otra parte, este documento
contiene una lista de las constelaciones zodiacales, lo que atestigua que el
actual zodiaco tuvo su origen en Mesopotamia.
El zodiaco (del
griego kyklos zoidion, el “círculo de animalitos”) que aparece en las
tablas Mul-Apin tiene 17 constelaciones: Las Estrellas, El Toro
Celeste de An, El Pastor Celeste, El Viejo, El Bastón o Báculo, Los Grandes
Gemelos, El Cangrejo, El León, El Surdo de la Siembra o Espiga, La Balanza, El
Escorpión, El Flechador, La Cabra - Pez, El Gigante, La Golondrina, La Dama del
Cielo y El Jornalero.
Posteriormente, bajo el reinado
del caldeo Nabucodonosor II de Babilonia (604-562 a.C.), estas constelaciones
zodiacales se redujeron a 12 para igualar el número de constelaciones al de
meses (entendiendo aquí mes como lunación), con lo que cada mes lleva asociada
una constelación. Más adelante, en el siglo V a.C., hará su aparición un zodiaco
ligeramente modificado respecto al anterior, sin Orión y el Cuadrado de Pegaso.
Por todo esto, y aunque no
podamos explicarnos cómo es que los sumerios alcanzaron este nivel de
entendimiento astronómico, ni con que finalidad (más allá de lo básico para sus
cosechas), no cabe duda de que fueron ellos quienes sentaron las bases de la
cultura clásica, y que luego, a través de los Babilonios, Egipcios y Griegos,
sus herederos culturales, estos conocimientos llegaron hasta nosotros, no menos
de 5,000 años después.
Diferentes culturas en diferentes
partes del mundo tenían conocimiento de los solsticios y equinoccios para sus
actividades agrícolas principalmente, la misma que asociaban a sus dioses o
seres supra humanos, de quién dicen que les enseño luego de haber ocurrido el
gran diluvio, que destruyo todo signo de vida y cultura anterior a este evento.
Esta afirmación está escrita en tablillas de barro de los sumerios que luego
fue copiado por los acadios y así llego hasta el Imperio Babilonio, por otra
parte el Tanaj y la Biblia tomo estas tradiciones y lo hizo suyo adaptándolo a
sus propia necesidad religiosa y administrativas. Todo este conocimiento que
está en las culturas milenarias de la tierra lo dejaron simbolizado en las
construcciones de las casas de sus dioses o mejor conocidos como templos, sea
para guardarlos en forma simbólica o sea para realizar los cálculos y
determinar su periodicidad a través del año. Así tenemos las siguientes
construcciones:
STONEHENGE
Una de esas construcciones es el Stonehenge que está
formado por grandes bloques de piedra metamórfica distribuidos en cuatro
circunferencias concéntricas.
El exterior, de treinta metros de
diámetro, está formado por grandes piedras rectangulares de arenisca que,
originalmente, estaban coronadas por dinteles, también de piedra, quedando hoy
en día sólo siete en su sitio. Dentro de esta hilera exterior se encuentra otro
círculo de bloques más pequeños de arenisca azulada. Éste encierra una
estructura con forma de herradura construida con piedras de arenisca del mismo
color. En su interior permanece una losa de arenisca micácea conocida como «el Altar».
La finalidad que tuvo la construcción de este gran monumento se ignora, pero se
supone que se utilizaba como templo religioso, monumento funerario u
observatorio astronómico que servía para predecir las estaciones.
En el solsticio de verano,
el sol salía justo atravesando el eje de la construcción, lo que hace
suponer que los constructores tenían conocimientos de astronomía.
ANGKOR
En Camboya se encuentra Angkor,
en las densas y exuberantes selvas del norte de Camboya. Sin embargo, desde su
nacimiento en el siglo IX hasta su “redescubrimiento” más de mil años después
por el explorador francés Henri Mouhot, sus increíbles construcciones
habían permanecido ocultas a los ojos occidentales.
La gigantesca ciudad –es la mayor
urbe preindustrial del mundo, y llegó a tener una superficie de 3,000
kilómetros cuadrados– está salpicada por más de mil templos, lo que la
convierte en uno de los enclaves sagrados de Asia.
Sus orígenes están ligados a la
cultura del Imperio Jemer, y vivió una época esplendorosa hasta el siglo XV,
cuando la capital se trasladó a Ponme Penh. Pese a la fascinante acumulación de
edificios religiosos, entre el patrimonio de la urbe camboyana destaca
especialmente el llamado templo de Angkor Wat.
Esta construcción data del siglo
XII, y fue erigida por orden del rey Suryavarman II (1113-1150) en
honor al dios hindú Vishnú. El llamativo templo posee una planta rectangular, y
está separado del terreno circundante por un foso inundado.
Para acceder a su interior hay
que pasar un puente en su lado oeste, que conduce a una calzada recta que lleva
al visitante hasta la puerta principal. Básicamente, Angkor Wat está compuesto
por tres terrazas, cada una más pequeña que la anterior y situada a mayor altura.
En la parte central, la más elevada, destacan cinco torres, una central más
alta y otras cuatro que la rodean.
Sin duda, la visión de este
templo, enclavado en el paisaje camboyano, resulta espectacular. Sin embargo,
sus secretos más fascinantes, relacionados con la astronomía, no son visibles a
simple vista. En primer lugar, Angkor Wat es una evocación en la tierra del
monte Meru, centro del universo y residencia de las divinidades según la
mitología hindú. Un simbolismo cósmico que adquiere forma con las cinco torres
del santuario, que evocan los cinco picos de la montaña sagrada.
.
En 1976, varios científicos
estadounidenses dieron a conocer, a través de las páginas de la publicación
científica Science, unas conclusiones sorprendentes. Los
sacerdotes-astrónomos camboyanos emplearon en la construcción del recinto una
medida conocida como “codo camboyano”, cuya longitud equivale a 0,43545
metros. Tras examinar las dimensiones del templo, los investigadores
descubrieron que los arqueólogos del templo habían codificado en ellas mensajes
de sus calendarios. Así, si observamos los muros exteriores del recinto
descubrimos que tienen una longitud de doce veces 365,24 codos. Es decir, la
duración exacta del año solar. Igualmente, los ejes norte-sur y este-oeste del
recinto interior donde se eleva la torre central arroja una cifra casi
idéntica: 365,37 codos, un número que vuelve a aludir al ciclo solar
anual.
Pero aún hay más. Si medimos la
distancia existente entre distintos puntos que aparecen en el recorrido del eje
este-oeste del edificio, encontramos varias cifras expresadas en codos: 1.728,
1.296, 864 y 432. Multiplicando por mil cada una de estas cifras, obtenemos
exactamente la duración en años de los distintos periodos de tiempo de la
mitología hindú: Krita Yuga, Treta Yuga, Dvapara
Yuga y Kali Yuga.
El estudio publicado en Science desvelaba
la existencia de varias orientaciones astronómicas con ciertas partes del
templo. Los investigadores registraron hasta un total de veintidós
alineaciones, aunque destacan especialmente tres. En el equinoccio de
primavera, un observador situado al comienzo del puente que conduce a Angkor
Wat, observará con asombro que el Sol surge de madrugada justo sobre la torre
central del conjunto. Tres días después, el fenómeno se repite si variamos unos
metros nuestra posición. Curiosamente, la cultura temer celebraba el año nuevo
en el equinoccio de primavera, y por espacio de tres días.
En esta misma entrada oeste encontramos
otros alineamientos destacados. El día del solsticio de verano, el Sol se eleva
para el observador justo sobre la colina sagrada de Phnom Bok, a unos 17
kilómetros de Angkor Wat. Por el contrario, en el solsticio de invierno, el
fenómeno se produce en dirección sudeste, y en este caso el Sol nace justo en
el cercano templo de Prasat Kuk Bangro.
ABU SIMBEL
El templo fue
construido por Ramsés II para conmemorar su victoria en la batalla de Kadesh
(1274 a. C.). Está dedicado al culto del propio Ramsés (los faraones
se consideraban dioses) y de las grandes deidades del Antiguo Egipto, Amón, Ra
y Ptah. Estos tres dioses fueron muy venerados a lo largo de la Historia del
Antiguo Egipto. Ra era la cabeza de la Eneáda de Heliópolis, Amón la
cabeza de la Tríada de Tebas y Ptah el gran dios artesano de Menfis. Al
lado de los tres se representa a Ramsés como el cuarto gran dios de Egipto.
El templo mayor de Abu Simbel, excavado en la roca
y con sus esculturas colosales custodiando el acceso al edificio, es hoy uno de
los enclaves más visitados por los turistas ávidos de conocer el país de los
faraones. Y es precisamente aquí, en este lugar sagrado erigido en la época de
Ramsés II, donde encontramos uno de los ejemplos más llamativos y hermosos de
edificios orientados astronómicamente.
Su particular ubicación ha
permitido que, durante siglos, el sol obrara un curioso “milagro”. El 22
de octubre y el 22 de febrero –según algunos autores, dos días
después de la fecha de aniversario de su llegada al poder y de su cumpleaños,
respectivamente– los rayos del sol naciente atraviesan el umbral del templo,
alcanzando e iluminando tres esculturas, correspondientes a Ra Harajti, Amon-Ra
y el propio monarca divinizado. Una cuarta estatua, que representa al dios
Ptah, permanece siempre a oscuras, seguramente porque en el panteón egipcio,
este dios está vinculado con el inframundo. La importancia de este “milagro
solar” obtenido mediante orientación astronómica es tal que, cuando en 1964 el
edificio tuvo que trasladarse por las obras de la presa de Asuán, los
ingenieros de la UNESCO que dirigían los trabajos escogieron una
ubicación concreta en la que se repitiera el efecto lumínico. Esta es la razón
de que actualmente el fenómeno se retrase dos días, pues en la época de su
construcción tenía lugar el 20 de octubre y el 20 de febrero.
No es la única sorpresa que posee
el templo mayor de Abu Simbel. A la derecha de las colosales estatuas sedentes
que representan al faraón hay una capilla de reducidas dimensiones, dedicada a
Ra Harajti. Este pequeño santuario también está orientado astronómicamente, en
este caso a la salida del astro rey en el solsticio de invierno.
CHANKILLO PERU
Las ruinas de Chankillo, en el
desierto de la costa norte peruana, y a unos 400 kilómetros de Lima, posee el
honor de ser el observatorio solar más antiguo de América, pues sus orígenes se
remontan al siglo IV a.C. Es decir es más antiguo que los imperios inca y maya.
En varios trabajos anteriores, decíamos
que Chankillo está asociado al imperio religioso de Chavín, que había sometido
a Caral y Sechín que son los vestigios más antiguos de ciudadelas de América del
3,000 a.C. Los chavín fueron gobernados por una casta sacerdotal de hombres de
ciencia que desarrollaron tecnología para incrementar sus producciones y con
ello dominaron en forma pacífica a diferentes pueblos de su entorno, llevando
las bondades de su cultura a los Nazca y a través de ellos a los Tiahuanaco que
por entonces solo era una etnia asentada en la orilla sur del Lago Titicaca.
Zecharia Setchin plantea la teoría, que los sumerios llegaron a la costa norte
del Perú antes que ninguna otra en América y de allí surgen las diversas
construcciones piramidales de mastabas superpuestas como las de Caral, típica
de la tecnología constructiva sumeria.
En la zona de ubicación de
Chankillo, también se halla los vestigios más antiguos del dios de los báculos,
que posteriormente será conocido como Wiracocha el dios creador del mundo y
padre del Dios Sol (Inti) y Luna (Quilla).
Las construcciones de Chankillo,
son una especie de fortificación elevada sobre una colina, cerrada mediante
tres gruesos muros concéntricos de forma ovalada. En el interior del último
muro destacan dos construcciones redondas y una rectangular. Por las
características constructivas y el diseño, se trata de una fortificación
militar. Hasta aquí su importancia es relativa, ya que por estar asociado a
construcciones militares se consideraría como parte de un sistema de dominación
y defensa.
Lo que verdaderamente hace
interesante a Chankillo, se encuentra a un kilómetro de la fortaleza, en
dirección Este. Allí, en lo alto de una loma de trescientos metros de longitud
con una orientación norte-sur, destaca una hilera de trece “torres”, separadas entre sí por una
distancia de unos cinco metros. A primera vista no se halla respuesta a la
razón de estas construcciones y al uso práctico de ellas ya que se encuentra en
una zona desértica.
Hasta hace algunos años, la
atención de los arqueólogos e investigadores se había dirigido casi por
completo a la fortaleza, sobre la que aún hay dudas respecto a su auténtica
función de fortaleza militar. Pero en el año 2,007, un equipo internacional de
arqueólogos de las universidades de Yale (EE UU) y Leicester (Reino Unido),
descubrió que las “torres” de
Chankillo tenían una importancia mucho mayor de lo que aparentaba a simple
vista, se podría tratar de un observatorio astronómico para el estudio del
movimiento del sol a través del año, con la finalidad de tener información
precisa para sus actividades agrícolas de siembra y cosecha, ya que las costas
del Océano Pacifico desde época inmemorial estaba afectado por el “Fenómeno del
Niño”, que traía enorme escasez de alimento que diezmaba a las poblaciones y
generaba el inicio y fin de algunas culturas cuando no se disponía de alimento
suficiente.
Desde el siglo XIX, distintos
autores habían sugerido un posible significado astronómico para aquellas
estructuras, pero nadie elaboró una hipótesis de trabajo, ni se desarrollaron
estudios más completos. Fue Ivan Ghezzi, un estudiante de
la Universidad de Yale quien, en el 2,001, decidió profundizar en la
cuestión mientras realizaba una tesis sobre construcciones bélicas de la
región. Seis años más tarde, en el 2,007, su trabajo dio sus frutos con la
publicación en la revista Science de sus conclusiones y las de sus
colegas de investigación.
Tras realizar distintas
mediciones, los arqueólogos descubrieron que las torres están orientadas en
función de la salida y puesta de Sol en los solsticios y equinoccios que eran
determinados con gran precisión. Tales alineamientos son visibles desde sendas
estructuras ubicadas a ambos lados de la hilera de torres, y en las que se han
encontrado restos de utensilios empleados en sacrificios a sus dioses tutelares.
Desde el punto de observación
situado al oeste de las torres –el mejor conservado– era posible contemplar la
salida del Sol en los solsticios, que coincidía con la primera torre en el caso
del solsticio de verano, y con la última en el caso del solsticio de invierno.
Desde el punto de observación ubicado al Este, por el contrario, era posible
contemplar la puesta de Sol. Pero además, las trece torres tenían también otro
cometido: registrar el movimiento solar a lo largo del año, de forma que cada
diez días, el Sol surgía por un hueco distinto de los existentes entre las
trece torres.
Esta información indubitablemente
permitía estimar los solsticios y equinoccios con gran precisión, hace 200 ó
300 a.C., cuando la cultura Chavín que dominaba esa zona había colapsado y los
Mochicas ya tenían esta era zona bajo su poderío.
Su antigüedad, hace de Chankillo
el “observatorio solar más antiguo de
América”.
CHICHEN ITZA
La ciudad maya de Chichen
Itzá, en la península del Yucatán, fue construida en las primeras décadas del
siglo VI d.C. Fue reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, su
cerca de quince kilómetros cuadrados que están poblados con sorprendentes
construcciones como El Caracol o
el Templo de los guerreros. Los
investigadores señalan que El Caracol,
posiblemente es edificio destinado a las observaciones y cálculos astronómicos,
ya que los mayas eran grandes astrónomos, pero no hay evidencia concluyente.
La pirámide de Kukulkán, bautizada por los
conquistadores españoles como “El
Castillo”, fue construido por los mayas en el siglo XII. Está compuesto por
una estructura piramidal de nueve mastabas y cuenta con escalinatas en sus
cuatro caras. Fue dedicada al dios Kukulkán, término maya que significa “serpiente emplumada”, una advocación que
resulta evidente al observar las numerosas decoraciones que representan a este
animal mítico. El templo maya esconde en su forma y dimensiones varias claves
astronómicas. Los mayas desarrollaron un calendario solar de carácter agrícola,
compuesto por dieciocho meses de veinte días cada uno. Esto daba un total de
trescientos sesenta días, a los que se sumaban otros cinco, llamados uayeb, considerados nefastos.
Estudios a la pirámide, desvelan datos llamativos.
Las cuatro escalinatas que ascienden hasta el templo superior están formadas
por 91 escalones. Multiplicando esta
cifra por las cuatro escalinatas, obtenemos 364 y
si le sumamos la plataforma superior, el resultado es de 365, igual al número de días del
calendario Haab.
De forma paralela, los mayas contaban con un
segundo calendario de carácter sagrado, llamado Tzolkin, formado por
trece meses de veinte días, que daban un total de 260 días. Este calendario sagrado se
unía al Haab en una rueda calendárica. Esto daba lugar a
unas combinaciones de ambos calendarios que se repetían cada 18,980 días (o 52 años).
En cada una de las fachadas de la pirámide, si
sumamos los escalones que existen a ambos lados de la escalinata central,
obtenemos el número dieciocho,
una cifra que coincide con el número de meses del calendario Haab. Además, en el basamento de cada fachada hay veintiséis paneles con
decoración en relieve. Una cifra que, sumada a los veintiséis paneles del lado
contrario, arroja 52, el número
de ciclos del calendario Haab en la
rueda calendárica.
Aunque estas llamativas correspondencias numéricas resultan curiosas,
hay otro elemento astronómico en la pirámide mucho más espectacular. En los
equinoccios de primavera y otoño. En esos días, al atardecer, se produce un
sorprendente fenómeno que revela importancia astronómica y simbólica del templo
mexicano. Cuando esos días el Sol inicia su descenso, parte de las escalinatas
del templo comienzan a proyectar un juego de sombras en el lado norte-nordeste.
Dichas sombras adoptan la forma de una serpiente geométrica, que con el paso de
las horas va descendiendo por la escalinata, como si el propio dios hiciera
acto de presencia, hasta llegar a una cabeza de serpiente emplumada que existe
en el arranque de la escalinata. El fenómeno tarda en completarse unas cinco
horas, y permanece visible durante unos cuarenta
y cinco minutos. El efecto visual fue utilizado por los mayas para
incrementar su poder y reunían al pueblo en la explanada en los días de
equinoccio y les decían
que el dios Kukulcán (Serpiente Emplumada) bajaría a la tierra a determinada
hora, y hablaría a través de ellos.
Cuando los habitantes del Yucatán veían bajar la serpiente por la escalinata
del Castillo, sin duda quedaban fascinados con grandes efectos sonoros, dada la
gran acústica del lugar.
Esta simbología cósmico-religiosa se completa con
otros fenómenos similares, que se producen en los solsticios. En el de verano,
al amanecer, el Sol ilumina durante quince minutos los lados norte-nordeste y
sur-sudeste, quedando los dos restantes sumidos en la oscuridad. En el
solsticio de invierno, el fenómeno se repite, aunque en este caso al atardecer,
y con las fachadas oeste-nordeste y sur-sudeste iluminadas y las contrarias en
oscuridad.
En el año 2003, los
arqueólogos que trabajaba en las ruinas celtibérico de Segeda, en la comarca de
Calatayud (Zaragoza), por casualidad descubrió una plataforma formada por dos
muros de grandes dimensiones (10 y 16,6 metros de longitud) construidos por
sillares de hasta 500 kilogramos de peso.
En un primer momento los
expertos creyeron que se trataba de una construcción defensiva, pues se hallaba
a las afueras de la ciudad, pero estudios posteriores parecían indicar que se
trataba de otra cosa.
Descubrieron que el ángulo
formado por los muros descubiertos señalaba claramente al cercano cerro de la
Atalaya, pero también a la puesta de sol en el solsticio de verano hacia el año
200 a.C., probable fecha de la construcción. Para confirmar los datos arrojados
por los ordenadores, el equipo se desplazó el 21 de junio de 2009 hasta el
lugar, presenciando in situ el fenómeno. “Fue
algo impresionante, un momento mágico”, dijeron.
Con aquellos datos, los
científicos determinaron que el enclave podía considerarse “el primer santuario celtíbero identificado y
vinculado con una ciudad”, lo que le daba mayor importancia si cabe. Con el
paso de los meses y la continuación de los estudios, esta consideración no sólo
se vio confirmada, sino ampliada. Durante el Congreso Internacional de
Astronomía Cultural celebrado en Alejandría en octubre de 2009, presentaron los
hallazgos realizados, destacando que el santuario de Segeda “es único en su género”.
“Queríamos confirmar lo que
intuíamos, y es que habíamos encontrado algo de lo que no existe paralelo en la
Antigüedad en el Mediterráneo”, explicó Francisco Burillo, catedrático de la
Universidad de Zaragoza. “Aunque en la
Antigüedad hubo construcciones dedicadas al solsticio y al equinoccio, no hay
nada como lo que hemos encontrado”, añadió. Además de la alineación de la
plataforma con el solsticio de verano, fecha en la que el sol se pone
exactamente sobre el cercano cerro de La Atalaya, los arqueólogos han
determinado también otras llamativas alineaciones astronómicas. Así, la piedra
angular de la construcción está orientada de forma perfecta con la puesta de
sol en los equinoccios, lo que se produce sobre otro cerro, el de Valdehornos
–algo que pudieron comprobar también in situ en septiembre de 2009–, y el resto
de los muros de la estructura señalan perfectamente al norte geográfico y a la
llamada “Parada Mayor” o Ciclo
Metónico de la Luna (que se produce cada 19 años), respectivamente.
Por todos estos motivos,
Segeda constituye un “ejemplo único”
de calendario lunisolar, utilizado además con fines religiosos. “Allí se construyó un calendario monumental,
un espacio abierto de ritualización astronómica, especialmente con el Sol, lo
que ratifica la importancia que éste tuvo en la cultura celtibérica”.
NEWGRANGE
El túmulo de
Newgrange es una de las tumbas de tipo corredor más célebres y singulares
que se conservan. Sus piedras han visto pasar, desde su construcción por los
pobladores neolíticos de Irlanda, la friolera de 5.300 años. En realidad, no se
trata más que de un dolmen –de gigantescas dimensiones, eso sí–, cubierto por
un túmulo circular de tierra, rodeado en su parte inferior por piedras de
cuarzo blanco que realzan su estampa.
El túmulo alcanza los
cincuenta metros de diámetro, mientras que el corredor o pasillo que conduce
desde la puerta hasta la zona de enterramiento –en forma de trébol–, se alarga
por espacio de diecinueve metros. Su función era, por tanto, funeraria, aunque
con unas características poco habituales.
En la fecha de su
construcción, hace más de cinco milenios, y sólo durante el solsticio de
invierno, tenía lugar un auténtico “milagro
solar”. En el amanecer de esos días, los primeros rayos del Sol se abrían
paso a través de un ventanuco existente en la puerta, atravesando limpiamente
los diecinueve metros de corredor para terminar iluminando un muro de cierre,
en el que está grabada una hermosa espiral triple. Un instante mágico y único,
pues no volvía a repetirse hasta el año siguiente, siempre y cuando el clima lo
permitiera.
Han pasado más de cinco mil
años desde que erigieran Newgrange, y en ese tiempo el cambio de posición del
eje terrestre ha provocado que el fenómeno ya no sea visible en la fecha de los
solsticios. A cambio, en la actualidad los responsables que custodian el
monumento megalítico han instalado un sistema eléctrico que reproduce
artificialmente el “milagro del Sol”.
Hay muchas
hipótesis para explicar la curiosa orientación astronómica del túmulo. Algunas
sugieren que Newgrange fue utilizado como observatorio para determinar la fecha
del solsticio de invierno, y de este modo elaborar el calendario. Sin embargo,
este punto parece poco probable.
Si tenemos en cuenta la
función de la construcción (tumba), y que el solsticio de invierno marca el
momento del año en el que el Sol “renace”
y se inicia un nuevo año, es muy probable que el fenómeno solar tuviera una
función simbólica, relacionada con un mensaje de resurrección o de la vida en
el más allá luego de la muerte. Esta posibilidad no es nada descabellada si
tenemos en cuenta, que el único “capaz”
de presenciar el milagro solar en primera persona era el difunto allí
enterrado, a quien le llegaban los rayos solares directamente en la fecha del
solsticio de invierno.
Uno de los edificios de
planta octogonal más antiguos que se conservan es la llamada Torre de los
vientos, una singular y bella edificación situada en el ágora romana de Atenas,
justo a los pies de la Acrópolis.
Esta curiosa torre data de
mediados del siglo I a.C., y fue construida por el arquitecto macedonio
Andronikos de Khyrros. La torre, de unos 12 metros de altura y ocho de
diámetro, está realizada en mármol pentélico, y en cada uno de los lados de su
octógono —que están orientados a los puntos cardinales y los intermedios—
aparecen representados, una a una, las divinidades griegas de los vientos:
Bóreas, Apeliotes, Euro, Noto, Cecias, Lipso, Escirón y Céfiro.
Esta peculiar “rosa de los vientos” pétrea estaba
coronada por una cúpula de madera, rematada con una pequeña escultura de bronce
que cumplía las funciones de veleta y que señalaba en todo momento qué viento
era el que estaba soplando. Casi todas las fuentes de la época lo citan como un
horologion, un sofisticado artefacto destinado a medir
el tiempo de distintos modos. Aún hoy pueden contemplarse en algunos de sus
lados, y justo debajo de las representaciones de cada dios del viento, varillas
metálicas y surcos grabados en el mármol que servían para calcular la hora y,
también, la posición de los planetas. En el interior de la torre existía un
complejo reloj de agua mediante el que era posible realizar los cálculos
durante la noche y en los días nublados.
En esta torre hay ocho
esculturas y cada una representa a un viento y a un punto cardinal:
N- Boreas. Viento frío y violento del norte y trae la
azotadora brisa del invierno: Un anciano sopla una caracola para producir el
ruido característico.
NE
- Kaikias. Viento dañino del
noreste: Hombre viejo con túnica y descalzo portando una cesta llena de
granizo. El genio derrama el hielo acumulado en su escudo.
E
- Apeliotis. Impetuoso viento del
otoño que trae el trigo y los frutos: Joven acarreando frutos y trigo en
su manto.
SE
- Evros. Viento funesto del
este que traía calor y lluvia: Un hombre maduro cubriéndose con una capa
que soporta una vasija invertida derramando agua.
S
- Notos. Viento caliente que
traía tormentas al final del verano, que podía conllevar la pérdida de las
cosechas: Joven vaciando una vasija para producir la lluvia.
SW
- Lips. Muchacho alado empujando
la proa de un barco dirigiéndola hacia el chorro de aire.
W
- Zephiros. Joven con poca ropa
repartiendo flores. Suave brisa fructificadora que anuncia la primavera.
NW
- Skirion. Hombre barbudo con una
vasija de bronce repartiendo brasas de carbón. Anuncia la llegada del invierno.
ISLA DE PASCUA
En su idioma
autóctono, la isla antes era conocida como Te pito o te henua, que
significa “El ombligo de la Tierra”
y Mata ki te rangi, “Ojos que
miran al cielo”. La denominación de Rapa Nui se hizo posteriormente
extensiva en otros idiomas para denominar al pueblo aborigen y a su
idioma, pero como una única palabra, “rapanui”.
Las enigmáticas estatuas
pétreas de la isla de Pascua podrían estar erigidas siguiendo una llamativa
alineación astronómica. Esa es la conclusión a la que han llegado, tras un
estudio preliminar, el antropólogo chileno Edmundo Edwards y
el astrónomo español Juan Antonio Belmonte, uno de los
mayores expertos mundiales en arqueoastronomía.
Los dos investigadores estudiaron la disposición de
treinta ahus –plataformas sobre las que se colocaban los
moais– y llegaron a la conclusión de que, pese a lo que se creía hasta ahora,
las estatuas no están orientadas a la salida o la puesta de sol durante
solsticios o equinoccios (salvo excepciones), sino que más bien podrían estar “mirando” a estrellas de las
Pleyades o a la constelación de Orión, conjuntos estelares que tuvieron
gran importancia para los antiguos pobladores de Rapa Nui.
Precisamente, la
investigación surgió a raíz de que Edwards escucho a los más ancianos de la
isla curiosas historias sobre el cinturón de Orión, llamado tautoru, “los tres bellos” y las Pléyades llamadas matoriki o “pequeños ojos”. Según las antiguas
creencias de la isla, el principio del año estaba marcado por la “salida” de las Pléyades antes del
amanecer durante el solsticio de invierno, mientras que su visión en el
atardecer durante la estación de Hora Nui coincidía con la temporada de pesca,
una época en la que también se celebraban importantes rituales a los
antepasados (representados por los moais).
Además, los investigadores
destacaron la existencia de dos curiosas piedras en un rincón de la isla. Una
de ellas es conocida como “piedra para observar las estrellas”, mientras que la
otra parece representar un mapa estelar, que aludiría a las Pléyades en
relación con la temporada de pesca. Pese a todo, el astrónomo español señaló
que puesto que hay más de un centenar de ahus en la
isla, sería necesario un completo estudio de todos ellos para confirmar sus
hallazgos preliminares.
PETRA
Ubicada al sur de los
actuales territorios de Palestina y Siria, la cultura nabatea –que vivió su mayor
desarrollo entre los siglos III a.C. y II d.C.– no goza hoy de la popularidad
de otras civilizaciones mediterráneas de la Antigüedad. Y, sin embargo, este
pueblo nos legó una de las más hermosas construcciones realizadas jamás por la
mano del hombre: la ciudad de Petra, capital del reino nabateo.
Sus templos y monumentos
excavados en la roca, en muchos casos semiocultos por los desfiladeros,
alcanzaron gran popularidad tras su aparición en una de las películas sobre las
aventuras de Indiana Jones.
Sin embargo, pocos visitantes conocen las complejas claves astronómicas que se
esconden en este recóndito enclave del desierto jordano.
Al igual que en la
Antigüedad, el primer edificio de importancia que recibe hoy al visitante es “El Tesoro” o Al Jazna. Se trata de un
monumento excavado en la roca rosácea, todavía se discute si fue la tumba del
rey Aretas IV (9 a.C.-40 d.C.),
un templo dedicado a Isis-Al Uzza (una
divinidad nabatea identificada con el planeta Venus), o ambas cosas a un mismo
tiempo. Los estudios realizados, revelan que el edificio está orientado en
dirección al desfiladero de As Siq, y desde su fachada era posible observar una
porción celeste donde se producía la salida más septentrional de la Luna o el
planeta Venus.
Continuando el paso en
dirección hacia el centro de la ciudad, se encuentran las tumbas reales
talladas en la cara oeste de la montaña Yebal al Jubza. Lo más curioso en
términos astronómicos es que dichas tumbas están orientadas de tal forma que
desde su ubicación es posible contemplar directamente la puesta de Sol en los
equinoccios. Estas fechas tenían gran importancia para los nabateos, pues el
tiempo que coincidía con la primera Luna posterior a los equinoccios estaba
relacionado con el culto a los muertos, que parece encajar con la orientación
de las tumbas reales.
Otro de los elementos arqueo
astronómicos de la ciudad se encuentra cerca de las tumbas reales. Se trata de
dos obeliscos de unos seis metros de altura, dedicados a las
divinidades Dushara y Al Uzza, que tienen la peculiaridad de
estar orientados en función de los equinoccios. Por esta circunstancia, al
amanecer y al atardecer de estas fechas del año, la sombra proyectada por uno
de ellos se superpone sobre el otro. El significado de este espectáculo de luz
y sombra, es todavía desconocido.
Las claves astronómicas de Petra
se completan con el llamado “Templo de los Leones”, dedicado a la diosa
Al-Uzza. Fue construido en el siglo I d.C., y su orientación parece estar
relacionada con la puesta de la estrella Canopo, un astro que gozó de gran
importancia entre los pueblos árabes preislámicos. Finalmente, el “Castillo de
la Princesa” o Ksar Al Bint, estaría orientado, a falta de estudios más
detallados, a una de las estrellas de la constelación de la Osa Mayor.
Pero, ¿quién era Al-Uzza? Al-Uzza (“El más poderoso”) es una diosa
pre-islámica, es la más joven en la tríada de diosas con Menat (“Tiempo”, la muerte o el destino de la
diosa, a veces - creo que erróneamente - llamada la diosa de la luna llena, ya
que la luna en Arabia era masculino) y Al Lat (cuyo nombre significa “La Diosa”, como Al Lah significa “El Dios”). Sobrevivieron (un poco),
incluso con el Islam, en el Corán se les llama las tres hijas de Alá. El
trío fue adorado como piedras anicónicas sin cortar, y los “ídolos” de Al-Uzza y Al Lat fueron dos
de las trescientas estatuas paganas en la Kaaba que fueron destruidos por Mahoma. Ella
es diosa estrella, asociada con el planeta Venus, y fue honrado por el
koreishitas (a propósito de la tribu de Mahoma) como una de sus diosas más
altos. Ella tenía fama de aceptar sacrificios humanos, sin embargo esta
afirmación que proviene de fuentes islámicas, probablemente no es imparcial al
escribir sobre las “formas de barbarie”
de los dioses de la competencia.
Originalmente de la cultura del
reino de Saba en el sur de Arabia, actual Yemen, la adoración de Al-Uzza se
extendió por toda Arabia. Ella tenía un santuario en un valle en la
carretera de La Meca, que comprende tres árboles de acacia en el que se decía
que descendía. Algunos eruditos creen Incluso puede haber sido la deidad
patrona de La Meca.
Los griegos la conectaba con su
Ourania (“La Celestial”, un epíteto
de Afrodita, así como el nombre de una musa) y con Caelistis, una luna Diosa y
el nombre romano de la cartaginesa Tanit. Al-Uzza también a veces se
identifica con Isis. Otras fuentes vinculan a ella con Minerva o Atenea,
que podría hacerla un diosa guerrera virgen. Herodoto dice que la diosa
suprema de los árabes era Ourania, quien dice que se llamó Alilat (es decir, Al
Lat), y de hecho Al-Uzza fue confundido con Al Lat, llevando a algunos
investigadores a preguntarse si Al Lat y Al-Uzza son diferentes nombres
regionales para la misma diosa.
Al-Uzza ha sido llamada la Señora
del Cielo. Ella parece haber sido el primer ministro de la diosa adorada
en su ciudad capital, la famoso Petra, situada en la actual
Jordania. Petra era una parada importante en los caminos de especias y era
una ciudad muy rica. Las tumbas o templos allí están talladas en la roca
viva, y la forma principal en la ciudad es a través de una forma de túnel
espectacular estrecho desfiladero, casi una milla de largo, que de repente se
abre a la ciudad. En los últimos años se hizo muy popular Petra, porque fue
utilizado como uno de los lugares de la película “Indiana Jones y la última cruzada”.
Al-Uzza es la diosa que protege a
los buques en viajes oceánicos. Aunque Arabia es una tierra de desiertos y
nómadas, los nabateos hacían viajes oceánicos de comercio. En este aspecto
Ella es simbolizada por el delfín, cuya costumbre es nadar junto a las naves
como guardianes y protectores. Los felinos también son consagrados a ella, y el
Templo de los Leones Alados en Petra bien puede ser el suyo. Al-Uzza representa
la confianza, la vigilancia y la preparación. Ella es protectora, y un
fuerte aliado en la batalla.
En una representación de Al-Uzza,
se encontró signos zodiacales alrededor de su cabeza generando atención El
zodiaco nabateo es diferente al romano de esa época. El zodiaco encontrado
en Khirbet Tannur comienza hacia la izquierda con (1) Aries, (2) Tauro, (3)
Géminis, (4) Cáncer, (5) Leo, y (6) Virgo. Entonces hay una ruptura por el
jefe Niké (victorioso). Esto es como la versión romana. Siguiendo el orden
tradicional, cabría esperar (7) Libra de ser el siguiente en la progresión
hacia la izquierda. Pero esto no es así, este espacio está ocupado por (12)
Piscis. El nabateo Libra aparece en la parte superior, al lado de
Aries. Esto comienza una progresión hacia la derecha alrededor lado
opuesto del círculo zodiacal (izquierda); comenzando las agujas del reloj
a partir de (7) Libra en la parte superior, la progresión sigue con el fin de
(7) a (12) para terminar en el lado izquierdo de la cabeza de la cariátide
Niké.
La versión romana sigue el orden
tradicional conocido hoy. Comenzando
en la parte superior a la izquierda y venir, el zodíaco romana es la siguiente:
(1) Aries, (2) Tauro, (3) Géminis, (4) Cáncer, (5) Leo, y (6) Virgo. Entonces hay una ruptura en la parte
inferior después de que la sucesión se reanuda con (7) Libra, (8) Escorpio, (9)
Sagitario, (10) Capricornio, (11) Acuario, y finalmente (12) Piscis.
Uno de los símbolos del zodíaco
nabateo retrata a Allat, la diosa femenina de la fertilidad. Ella está armado con una lanza o una
espada que puede sido visto ligeramente por encima de su hombro izquierdo. También puede haber llevado una
diadema. Un antiguo festival fue
celebrado por los nabateos y sus vecinos nómadas cuando el nacimiento de
corderos marcaba la temporada de primavera. Era
un momento en que el pastoreo era bueno y que la tierra era verde de las
lluvias de primavera.
El Sagitario nabateo se
representa como el busto de un joven jovial. Este
joven, probablemente, tiene un parecido a nabateo representaciones de Al
Kutbay, el dios de aprendizaje y el comercio. Una
lanza o muy ampliada flecha sobresale por encima de la parte superior de su
brazo izquierdo. Capricornio se muestra en el panel nabateo como el busto
dañado de una figura humana, en lugar de los peces romana tradicional / cabra
que era común en todo el Imperio Romano. Por lo tanto, el zodíaco nabateo
encontrado en Khirbet Tannur es extraordinario en sus dos mitades opuestas y
completamente separados. Algunos arqueólogos creen
que esto denota la existencia de dos celebraciones de Año Nuevo, una en
primavera y otra en otoño, y esto podría ayudar a explicar por qué había dos
grandes festivales en Petra cada año.
La ciudad de Cuzco, capital
del antiguo Imperio Inca, fue desde su fundación una urbe sagrada. Según las
tradiciones, el propio término de “Cusco”
significaría “centro” en lengua quechua, y en ella confluirían los tres niveles
cósmicos: el mundo inferior, el mundo visible o terrenal y el mundo superior.
Gracias a los trabajos
realizados en los últimos años por investigadores, se ha podido conocer que los
antiguos incas diseñaron la ciudad en función de ciertas “líneas sagradas” llamadas ceques. Estas
líneas, que llegan hasta un total de cuarenta y dos, confluían en un punto
central donde, curiosamente, los incas construyeron el Koricancha o Templo
del Sol.
En la conquista española,
tomaron como cimiento el Koricancha y sobre ella construyeron el templo
cristiano, con el nombre de convento de Santo Domingo, que persiste hasta
ahora. Los ceques, además de confluir
en Koricancha se conectaban también con otros puntos de la geografía local, que
eran considerados lugares sagrados por los antiguos habitantes de Cuzco. Muchos
de estos ceques, curiosamente contarían
además con otra peculiaridad, pues estarían orientados a la salida del Sol en
los solsticios de verano o invierno.
Esta peculiar mezcla que elaboraba
un paisaje sagrado con orientación astronómica, se completaba con la recreación
en la disposición urbanística de la ciudad, con una “constelación” con forma de puma, que los astrónomos incas habían
visto en una parte de la Vía Láctea, porción del firmamento que tenía una gran
importancia para los antiguos incas, que hacían estudios muy detallados desde
la época de Chavín (1500 a.C.).
Por otra parte también hay una
conexión entre el KORICANCHA (actual
Convento de Santo Domingo) y SACSAYHUAMAN,
construcción ciclópea ubicada en uno de los cerros colindantes al Cuzco.
Investigadores y arqueólogos de los siglos XIX y XX señalan que los dos templos solares mencionados estuvieron comunicados a través de un túnel (chinkana en quechua) de 1,5 kilómetros de longitud, que parte desde el Koricancha atravesando toda la ciudad del Cusco, y uniendo como un cordón umbilical en todo su trayecto los palacios más importantes de los soberanos incas, finalizando su recorrido en los laberintos subterráneos de la ciudadela de Sacsayhuaman mencionados por Garcilaso de la Vega en sus Comentarios Reales, en su interior los incas ocultaron piezas sagradas y otros metales preciosos que se preservaban en el Koricancha y que constituían el aspecto fundamental de la religión del Tahuantisuyo.
Hasta hace poco no se había documentado ni investigado científicamente la existencia de estas estructuras, debido a que la Orden de Santo Domingo (propietaria de los terrenos del templo solar Koricancha) no había permitido realizar excavaciones extensivas dentro de su propiedad.
Gracias al acuerdo suscrito entre el INSTITUTO NACIONAL DE CULTURA (INC), la ORDEN DE LOS DOMINICOS de Santo Domingo y la sociedad BOHIC RUZ EXPLORER, se efectuaron exhaustivas investigaciones en el subsuelo del Koricancha mediante la aplicación de sistemas de teledetección Georadar (Ground Penetrating Radar) y excavaciones sistemáticas bajo el actual piso de la iglesia que correspondía al recinto principal del antiguo TEMPLO DEL SOL DE LOS INCAS.
Asimismo por acuerdo con el INSTITUTO NACIONAL DE CULTURA DEL CUSCO se facilitó las excavaciones en el área de Sacsayhuaman, en el sector de la CHINKANA GRANDE, donde supuestamente existían las entradas al complejo sistema de túneles incaicos.
Los resultados obtenidos de todos estos trabajos permitieron ubicar la existencia de esas estructuras subterráneas y desentrañar el MISTERIO DE LOS TUNELES.
1) Murallas
de Sacsayhuaman: En su subsuelo existe un laberinto de cámaras y túneles
mencionados por Garcilaso de la Vega que enlazan con la Chinkana Grande (eje
principal).
2) Colcampata:
Residencia atribuida a Manco
Capac, situada en la parte baja de Sacsayhuaman. En su lugar se
edificó la iglesia de San Cristóbal. La fundación de su ermita y la elección de
su Santo Patrón San Cristóbal data de 1545, mandada a construir por el Inca
Cristóbal Paullu (1518-1549) en honor a su hijo Carlos Inca, uno de los más
evidentes conocedores del túnel.
3) Cora Cora:
Antiguo palacio de Sinchi
Roca; actualmente corresponde al área ocupada por el portal Harinas de
la Plaza de Armas.
4) Quishuarcancha:
El Inca Wiracocha estableció su residencia en el Surtur
Wasi, en lo que hoy es las calles del Triunfo, del Almirante, Palacio y
Plazoleta de las Nazarenas. En su lugar se encuentra la Catedral y las iglesias
anexas de Jesús María y El Triunfo.
5) Acllahuasi:
Edificio donde estaban aisladas las escogidas o Aqllas del Sol, eran
cientos de mujeres jóvenes, bellas y vírgenes que los pueblos sometidos
entregaban al Inca como una especie de tributo. Estas Aqllas eran enclaustradas
desde muy pequeñas y eran dedicadas a servir distintos fines. Unas estaban
destinadas a cumplir labores de fe, el culto del sol, otras a acrecentar el
fuego sagrado o a atender al Inca y a nobles. Hay que destacar que existía una
prohibición férrea, y es que nadie podía ingresar a este templo. Dentro del
Templo existía una entrada que comunicaba con el túnel o chinkana. En su lugar
se edifico el actual Convento de Santa Catalina.
6) Hatun Cancha:
Fue palacio de Túpac Inca
Yupanqui (10º inca);
actualmente corresponde al área ocupada por el portal Belén y edificaciones
vecinas a la Calle del Triunfo.
7) Puca Marca:
Palacio de Amaru Inca
Yupanqui
8) Koricancha: El Templo del Sol de los Incas.
El templo más importante del incanato ubicado en el Cusco bajo (Urin – Cusco).
Bajo sus cimientos se encuentra la entrada principal al túnel. En su lugar los
padres dominicos edificaron la Iglesia y Convento de Santo Domingo.
Por otra parte hace ya algunos
años se determinó que los templos más importantes de Los Andes de América del
Sur estaban alineados en lo que
denominaron “La Ruta de Wiracocha”.
Estas investigaciones fueron
emprendidas por María Scholten d´Ebneth, resumidos en su libro “La Ruta de Wiracocha”, donde
demostró que la línea de 45º sobre la que se ubicó Machu Picchu encaja con una
rejilla patrón a lo largo de los lados de un cuadrado, inclinado 45 grados, (de
manera que las esquinas, y no los lados, señalan hacia los puntos cardinales).
María confesó que, para buscar esta antigua rejilla, se había inspirado en el libro “Relación de Antigüedades deste Reyno de Perú” del cronista indígena Juan de Santa Cruz Pachacutic Yamqui Salcamayhua (1613). Después de relatar la leyenda de las “Tres Ventanas”, éste dibujó un esbozo para ilustrar la narración, y le dio a cada ventana un nombre: Tampu-Tocco, Maras-Tocco y Sutic Tocco.
María Scholten se dio cuenta de que se trataba de nombres de lugares. Cuando
aplicó el cuadrado inclinado a un mapa de la región Cusco-Urubamba, con su
esquina noroccidental en Machu Picchu (alias Tampu-Tocco), descubrió que el
resto de los lugares caía en las posiciones correctas.
Trazó las líneas que demostraban que una línea recta de 45º que partiera de
Tiahuanaco, combinada con cuadros y círculos de medidas concretas, abarcaba a
todos los antiguos lugares clave entre Tiahuanaco, Cusco y Quito, en Ecuador,
mencionados en los mitos de Wiracocha en su viaje por la cordillera andina.
El mito de Wiracocha fue recogido
por los cronistas españoles de la conquista en los territorios de la meseta del
Collao, donde se ubica el Lago Titicaca (actual frontera del Perú y Bolivia),
que dice que Wiracocha luego del diluvio (uno
pachacuti en quechua) se afinco en el Lago Titicaca, de donde partió para
repoblar el mundo andino con nuevos hombres, y en su ruta fue sacando del suelo, hombres y pueblos con vestimentas
y costumbres diferentes. Luego de concluido su tarea de repoblar partió hacia
el horizonte en las costas del actual territorio de Ecuador, adentrándose en el
Océano Pacifico.
Para María Scholten, es otro de sus descubrimientos., los sub-ángulos que había calculado entre la línea central de 45º y los lugares ubicados a partir de ella, como el templo de Pachacamac (ángulo 28º 57´), le indicaron que la inclinación (oblicuidad) de la Tierra en el momento en que se trazó la rejilla estaba cerca de los 24º 08´, lo que significaba que la rejilla se diseñó (según ella) 5.125 años antes de que se tomaran las medidas en 1953.
El Cuzco o Qosqo, la ciudad
sagrada de los Incas, símbolo del Tahuantinsuyo que representaba el centro y
origen del Universo, el eje de la tierra andina no solo estaba vinculada al
Koricancha y Sacsayhuaman, sino que toda la ciudad del Cuzco respondía a un
diseño especial.
La elección de su emplazamiento y
el plan sobre el que se construyó, estuvieron sometidos a estrictas reglas de la
“arquitectura y ciencia sagrada antigua”. El plan de la ciudad denota
observaciones celestes: los ríos que flanquean el centro de la ciudad se
encauzaron por canales artificiales que emulan la sinuosa Vía Láctea; los doce
barrios en que aparece estar dividida la ciudad responden a la división de la
bóveda celeste en las doce casas del zodíaco. Su división en cuatro partes
simbolizan los cuatro extremos de la Tierra o Tahuantisuyo (Chinchaysuyo,
Collasuyo, Antisuyo y Contisuyo).
Cusco tiene la forma de un puma recostado sobre el lecho seco del lago Inkill. Su cabeza esta constituida por la ciudadela solar de Sacsayhuaman, su lomo es recorrido por el río Tullumayo y su cola termina en una calle que aún conserva el nombre de Pumag Chupan, que significa “cola del puma”.
Pero el Koricancha guarda mayores
secretos aún. Trabajos de arqueoastronomía en el TAMBOR SOLAR del Koricancha, aplicando
las técnicas que usó Lockyer en Egipto, calculó que, si los restos
arqueológicos aparecían orientados con una inclinación de 24º debido a la
oblicuidad de la eclíptica (nutación), eso significaba que la construcción
databa, como mínimo, de hace 4000 años.
En las mediciones efectuadas en
el Templo del Sol de los Incas (Koricancha) se sugirió que el Templo se construyó
de tal forma que los rayos del Sol darían directamente en el sancta sanctorum
(tambor solar) en el amanecer del día del solsticio de invierno (21 de
diciembre). Se llegó a esta conclusión, debido a que las perfectas
construcciones de los sillares del TAMBOR SOLAR estaban orientados para la era
del 4000 al 2000 a.C., y eran tan antiguas como las construcciones megalíticas
poligonales.
En términos de historia ortodoxa, esta afirmación constituye una herejía de audaces proporciones. No obstante, muchos estamos convencidos, que algunas partes de estos yacimientos son miles de años más antiguos que la fecha propuesta por los historiadores y arqueólogos ortodoxos. Expertos en distintas disciplinas que han investigado Sacsayhuaman, Koricancha y Machu Picchu, que discrepan de la antigüedad de estos monumentos.
Una vez más se confirmarán los polémicos escritos de Fernando Montesinos y su
cronología, que nos dice que, el cuadragésimo monarca del Imperio Antiguo fundó
una academia para el estudio de la astronomía y la astrología, y determinó los
equinoccios. El hecho de que se le diera el título de Pachacutec indica que el
calendario estaba, en aquella época, poco sincronizado con los fenómenos
celestes, por lo que su reforma se hizo imperativa.
Es ésta una información de lo más
interesante y que no se ha querido tener en cuenta. Según Montesinos, en el
quinto año del reinado de este monarca se llegó a los 2.500 años desde el Punto
Cero, y a los 2.000 años desde el comienzo del Imperio Antiguo.
¿Así pues, que motivó esta reforma en el calendario? Hay una explicación: Este lapso de tiempo de 2.000 años, es paralelo al lapso de tiempo de los cambios zodiacales debidos a la precesión de los equinoccios.
Los incas, en su afán de
conquista y expansión, estudiaron el medio geográfico en coordinación directa
con el universo, Hanan Pacha, para conocer la incidencia de luz sobre el
planeta Tierra, estableciendo por primera vez en la historia de la humanidad la
línea ecuatorial, “todo a partir de la
proyección de la luz solar sobre los trópicos; cuando ésta incide con dirección
al sur, el Sol se detiene en el Trópico de Cáncer; pero cuando es hacia el
norte, el astro rey se detiene en el Trópico de Capricornio”.
En el Koricancha hay relojes
solares, los mismos que trabajan a perfección milimétrica, donde determinaban
el paso del tiempo cósmico. Hay dos importantes relojes solares, uno en la zona
del tambor solar y otra en los muros de este templo que dan hacia la calle
Awaqpinta, donde podemos ver las incidencias de luz solar tanto para los solsticios
como para los equinoccios.
De esta manera los incas llegaron a la conclusión de que si hay un movimiento de luz y sombra en la Tierra, hay también un gran movimiento en el espacio superior, Hanan Pacha, en donde se mueven a gran velocidad el Sol, la Luna, las estrellas y la misma Vía Lactea. “Los incas determinaron el paso del tiempo a partir de la observación de la incidencia de la proyección de luz y sombras, y para registrar esto utilizaron los kipus, donde con las amarras determinaron los tiempos de lluvia, cosecha y sequías”.
Los incas podían interpretar el
paso del tiempo cósmico y así fijaron las fiestas para el imperio, ya sea el
gran Inti Raymi, cuando en el 21 de junio los rayos del sol se inclinan hacia
el hemisferio sur del planeta Tierra; o cuando, pasados 6 meses, estos rayos
solares se alinean con el Polo Norte y entonces su máximo punto de angulación
es el día 22 de diciembre, a lo que se le llama solsticio de verano para el
hemisferio sur, donde los hijos del Cusco festejaban el Capac Raymi.
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Masonería Tomos I y II:
http://www.amazon.com/RELIGION-MASONERIA-TOMO-VOLADORES-Spanish-ebook/dp/B00UGHV48O/ref=sr_1_2?ie=UTF8&qid=1428768695&sr=8-2&keywords=herbert+ore
http://www.amazon.com/RELIGION-MASONERIA-TOMO-II-RELIGIONES-ebook/dp/B00UIF0T1M/ref=sr_1_4?ie=UTF8&qid=1428768695&sr=8-4&keywords=herbert+ore
-ORE BELSUZARRI, Herbert, Solsticios y Calendarios Inca,
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Herbert Oré Belsuzarri: Nació en
Casapalca, estudió la secundaria en la GUESI de Huancayo y se graduó de
Ingeniero en la UNCP. Es M:.M:. de la P:.F:.C:.B:.L:.R:.L:.S:. Fenix 137-1 de
la Gran Logia Constitucional del Perú. Grado 14° del Supremo Consejo Hispano
Confederado del Grado 33° para la República del Perú, IPH Patriarca Gran
Conservador del Gran Orden Egipcio del Rito Antiguo y Primitivo de Memphis y
Misraim 33°, V:.M:. RLS Fenix 137-1, Director de la Revista Internacional
"Dialogo Entre Masones". Tiene publicado en SCRIBD, ISSUU, lulu.com,
books.google.com y Retales de Masonería, varios libros y artículos.
Culturas Milenarias by HERBERT ORE BELSUZARRI on Scribd
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